Friday, August 25, 2006

El panteon Chase

Al sur de las islas Bahamas y de Cuba se encuentran las Antillas Menores. Una de estas islas es la de Barbados, que fue una colonia británica hasta 1966, cuando obtuvo su independencia. Una de las criptas del viejo panteón de su capital está abandonada hace más de medio siglo, desde el día que tuvieron lugar en su interior fenómenos que aterrorizaron a los testigos y que aún no se pueden explicar. ...Esta curiosa tumba la mandó construir en 1742 la familia Walrond, propietaria de una plantación de caña de azúcar, que tanto abunda aún en la isla.
Todavía existe la tumba en la actualidad, con su enorme losa de piedra que sirve de bóveda a la cripta. La entrada se cierra con una puerta de hierro. En la actualidad el mausoleo está vacío. Nadie baja los pocos peldaños para abrir la puerta.

...Los Walrond vendieron el mausoleo, antes de ocuparlo, a sus amigos los Elliot. Iba a estrenar la tumba el coronel Thomas Elliot, pero en el último momento los familiares del difunto fueron a sepultarlo en el mar.

...La primera persona de la familia Elliot a quien correspondió el honor de inaugurar la tumba fue cierta señora Thomasina Goddard, indirectamente emparentada con la familia. Su cuerpo fue introducido el 31 de julio de 1807 en un sencillo ataúd de madera y pasó a ocupar uno de los anaqueles superiores de la cripta. A los pocos meses, el mausoleo fue cedido a los Chase, gente violenta que se había distinguido por sus raptos de locura y sus numerosos crímenes.

...Mary Ann Chase, hija menor del llamado honorable coronel Thomas Chase, fue conducida a la cripta el 22 de febrero de 1808. Era una niña que, según las malas lenguas, fue muerta por su propio padre en un ataque de furia homicida. El cuerpo de la pequeña fue inhumado dentro de un ataud de plomo. Transcurrieron cuatro años, y el 16 de julio de 1812 volvió a ser abierto el mausoleo para dar entrada a otro ataúd, también de plomo. Y se produjo la primera de las grandes sorpresas.

...Había muerto Dorcas Chase, hermano de Mary Ann, quien tuvo siempre fama de excéntrico. Lo demostró al dejarse morir de hambre en su cuarto, encerrado con llave. Dos esclavos de color cargaron el ataúd de plomo hasta la puerta de hierro de la tumba y esperaron a que otros dos abriesen y entrasen en primer lugar, provistos de antorchas. Se disponían los cuatro a descender por la escalera de piedra. Pero no llegaron a penetrar en la cripta. Lanzaron un grito de terror y abandonaron el lugar corriendo.
Era un espectáculo dantesco.

...El ataúd de Thomasina Goddard seguía en su sitio, pero el de Mary Ann Chase se encontraba cabeza abajo en el rincón opuesto al que debía ocupar durante los últimos cuatro años.
...Algunas personas valerosas regresaron el pesado ataúd de la niña a su lugar y acomodaron a su lado el nuevo huésped de la tumba: el hermano de Mary Ann. Estaba presente el coronel Chase, dirigiendo la macabra operación, sin imaginar que al siguiente mes le tocaría quitarse la vida.
...También al coronel lo enterraron en un ataúd de plomo. Y lo condujeron a la cripta de Christ Church, temblando los asistentes al acto ante la horrorosa perspectiva de contemplar de nuevo los ataúdes tirados por el suelo. Pero, afortunadamente, si alguien se ocupaba de mover los ataúdes, no tuvo tiempo ahora de realizar la tarea. Nada había cambiado. Se depositó la carga en un nicho, quedó cerrada la puerta de hierro y todos se fueron a su casa, pensando que aquel espectáculo que presenciaron el mes antes se debió a un sismo que se sintió con mayor intensidad en el panteón.

...Transcurrieron cuatro años. En 1816 falleció otro hijo del coronel Chase, el joven Samuel Brewster Ames Chase. El entierro tuvo lugar el 25 de setiembre. Los goznes de hierro se habían oxidado y dos esclavos tuvieron que trabajar largo rato antes de abrir la cerradura y la puerta. Cuatro hombres esperaban afuera cargando el ataúd, que también era de plomo.

...La puerta se abrió lentamente. Dos esclavos asomaron un rostro temeroso. Echaron una ojeada al interior de la cripta y salieron corriendo. Alguna persona con sangre fría se asomó y vio en su nicho el ataúd de la señora Thomasina Goddard, pero no podía decirse lo mismo de sus compañeros. estaban todos en el suelo, cabeza abajo, apoyados contra el muro. ¿Quién pudo mover los ataúdes, si cada uno de los mismo pesaba 200 kilos y eran precisos cuatro hombres forzudos para cargarlo?
...Por fortuna se encontraba aquel día en el entierro Lord Combermere, gobernador de la isla Barbados. Le habían contado algo acerca de las cosas extrañas que sucedían en el panteón familiar de los Chase y quería verlo con sus propios ojos. Al contemplar aquello, adoptó medidas tan severas como inteligentes.

...Se quedó con sus hombre de confianza y procedió a buscar un pasaje secreto. Seguro finalmente de que no existía más entrada al interior del mausoleo que la puerta de hierro conocida, dio el siguiente paso. Ordenó cubrir el suelo con arena fina, para que quedasen marcadas las pisadas de quien penetrase en la cripta. Dejó caer unos objetos de valor que pudiesen atraer la codicia de los ladrones y pidió a su secretaria que redactase un inventario de cuanto se hizo. A continuación ordenó colocar una cerradura nueva en la puerta y sellaron ésta con una capa de yeso y piedras. Apoyó su anillo en el mortero todavía húmedo y abandonó el lugar, para esperar que transcurriese el tiempo y muriese otro miembro de la familia Chese.

¿ACASO ESTABA EMBRUJADO EL PANTEÓN?

...Una señora que iba a depositar flores en una tumba cercana a la de los Chase escuchó el siguiente mes un fuerte crujido, seguido de gemidos lastimeros. El caballo que sujetaba de la brida comenzó a lanzar espuma por la boca y se le erizó la pelambre, a causa del terror que sentía. Tuvo la señora que llevar el animal al cirujano y nunca más se repuso. El mismo domingo, unos caballos que alguien dejó atados a un árbol, junto a la cercana a la iglesia, soltaron violentamente sus ligaduras, aterrados por algo que nadie supo decir qué era, y galoparon hacia el mar, donde murieron ahogados.

...La cripta tuvo que ser abierta el 18 de abril de 1820 para dar entrada a otro ataúd. Esta vez contenía los restos mortales de Thomasina Clarke, quien fue en vida hija de Thomasina Goddard. Se presentó en el entierro el gobernador Combermere y comprobó que nada había sido tocado. Unos esclavos echaron abajo la capa de mortero y se dispusieron a abrir la puerta. Dieron vuelta a la llave, pero no pudieron empujar la puerta. Varios hombres unieron sus fuerzas para hacer mayor presión y lograron finalmente abrirla. Y al mismo tiempo se dejó oír un fuerte ruido en el interior de la cripta, como si hubiese caído al suelo un objeto pesado... que sólo podía ser un ataúd.
...Los hombres que penetraron en la cripta ya sabían que algo muy extraño iban a encontrar. Y así sucedió. Vieron un ataúd quebrado y un hueso saliendo por un orificio. Era un antebrazo de Dorcas Chase. Los demás ataúdes de plomo estaban erguidos, cabeza abajo, apoyados en el muro. Solamente seguía en su nicho, reposando apaciblemente, el único ataúd no metálico de la tumba: el de madera de la señora Goddard.

...El gobernador comprobó que no habían huellas de pisadas en el suelo ni faltaba ningún objeto de valor. No había explicación posible para el enigma, así que sugirió a los familiares de los difuntos trasladar los ataúdes a otro sitio y dejar vacía la tumba de Christ Church. Y así ha seguido hasta nuestro días.

...Nadie pudo entrar a la cripta para mover los ataúdes. El gobernador Combermere estaba seguro de que solo un hombre no pudo desplazarlos. Además, hubiese dejado sus huellas en el suelo. No encontró señales de inundación. El lugar se encontraba unos treinta metros por encima del mar. No era fácil que agua hubiese movido los ataúdes. En cuanto a un temblor de tierra, habría cambiado de lugar con mayor facilidad el ataúd de madera que los de plomo. Y el de la señora Goddard seguía en su nicho, bastante maltratado por el tiempo, ajeno a cuanto había sucedido en torno suyo.

...Los investigadores de los fenómenos síquicos intentaron clasificar este caso dentro de un renglón especial. Fue tarea inútil, porque ni siquiera podían afirmar que se tratase de un fenómeno paranormal. Arthur Conan Doyle, quien se interesó a comienzos del presente siglo en el misterio de la isla de Barbados, declaró que eran fuerzas sobrenaturales las que movieron los ataúdes de plomo, en señal de protesta, porque en su interior se descomponían los cuerpos con mayor lentitud que en los de madera.

...Supuso también el creador Seherlock Holmes que con el arribo al panteón familiar del cuerpo de Thomas Chase se intensificó el fenómenos, en razón de los violentos efluvios que surgieron de él en vida y no logró atenuar la muerte.

...¿Estaba en lo cierto Conan Doyle? ¿Fue aquél de Barbados el único en la historia? El gobernador Combermere estaba seguro de que algo como aquello no había sucedido antes, ni se produciría después. Lord Combermere estaba precisamente en un error.
Sucedió algo semejante en el mismo panteón, un siglo después.- Los miembros de la logia masónica de Bridgetown acudieron el 24 de agosto de 1943 al mismo panteón donde el siglo pasado habían sucedido cosas tan extrañas. Se presentaron ante el mausoleo que contenía los restos de Alexander Irving, primer masón de la isla Barbados, dispuestos a abrirlo. En el mismo mausoleo se había depositado muchos años antes un ataúd de plomo con el cuerpo de cierto Sir Evan McGregor. A los señores de la logia no les interesaba este personaje, sino Irveng, cuyos restos pensaban trasladar a otro sitio.

Quitaron la losa y hallaron debajo una escalera de seis peldaños que conducían a una puerta tapiada con ladrillos. No existía la menor posibilidad de que alguien hubiese penetrado en la cripta desde la última vez que enterraron a alguien. Sin embargo, no tardaron los presentes en comprobar que no era así. Al quitar los obreros los ladrillos, vieron aparecer la punta de un ataúd de plomo. Se dieron cuenta sin tardar mucho que el ataúd estaba apoyado en parte contra la puerta y en parte contra el muro contiguo.

Una vez dentro de la cripta, descubrieron los masones que el ataúd era el de Sir Evan McGregor, que había abandonado su nicho, de manera por demás inexplicable. Pero no fue ésta la única sorpresa. Por más que buscaron os presentes en la cripta, no hallaron el otro. ¿Se habían equivocado de tumba quienes venían a recoger los restos de Alexander Irveng? Realizaron entonces una investigación en la iglesia contigua y verificaron que el cuerpo del masón debía hallarse en aquella cripta.

¿No era aquél caso muy superior, en cuanto a misterio se refiere, al de la familia Chase, puesto que aquí hubo traslado de ataúd de plomo además de faltar un inquilo importantede del mausoleo? ¿Qué explicación podía darse al fenómeno? ¿Por qué solo se desplazaban los ataúdes de plomo? ¿Fueron movidos los ataúdes, inconscientemente, por personas ajenas a la familia de los difuntos, por un simple fenómeno de sicocinesis que no ha logrado ser esclarecido?

Pero si pudiera aclararse por medio de la sicocinesis el movimiento de los ataúdes, ¿se explicaría la ausencia de otro?
Los inquietos ataúdes de Arensburgo.- Al otro lado del Océano Atlántico sucedió en el siglo pasado un caso que recuerda al de la isla Barbados. Fue en la ciudad de Arensburgo, situada en la isla de Oesel. Lo mismo los acontecimientos de Arensburgo que los de la isla Barbados respondían a idéntico patrón. podría decirse que, siendo iguales los síntomas, la enfermedad era idéntica en un caso y en otro.

Hubo, para empezar, el asunto de los caballos. Una señora que detuvo su carruaje a las puertas del cementerio el 22 de junio de 1844, a corta distancia del mausoleo de la familia Buxhoeden, fue la primera persona que pudo informar acerca de ciertas anomalías observadas. Depositó unas flores y regresó a su carruaje para encontrar el caballo terriblemente asustado e inquieto.

El siguiente domingo, otras personas que llegaron a depositar flores sorprendieron más tarde a los animales temblando de miedo. Hubo quien juró haber oído extraños ruidos procedentes del interior del mausoleo de los Buxhoeden y puso sobre aviso a los propietarios de la tumba. Estos se encogieron de hombros y dijeron que no iban a perder tiempo escuchando tonterías.. Pero como se repitiesen los ruidos en el mismo lugar y siguieran los caballos tan asustados, las autoridades intervinieron y exigieron a los Buxhoeden abrir su mausoleo.

Hallaron en su interior varios ataúdes amontonados en el suelo. Los acomodaron en sus respectivos nichos y cerraron la puerta sin buscar explicaciones para el fenómeno. El tercer domingo de julio volvieron a enloquecer los caballos uncidos a los carruajes. Unos echaron a correr y otros se dejaron caer al suelo, revolcándose y soltando espuma por la boca. Tres animales murieron.

La familia se sentía insegura, y su misma inseguridad les hizo negarse a abrir de nuevo el mausoleo. Pero tuvieron que acceder tres meses más tarde, cuando murió uno de ellos. Quitaron los sellos a la puerta y penetraron unos hombres en la cripta. Los ataúdes volvían a encontrarse en el centro, lejos de su sitio.

Depositaron el ataúd del difunto en uno de los nichos vacíos, pusieron orden en los demás, cerraron la puerta con varios sellos y abandonaron el panteón. Después se reunieron a discutir con las autoridades. No deseaban que nadie fuera a acusarlos en la ciudad de vampiros ni de profanadores de tumbas. Pidieron a las autoridades que solucionasen el misterio. El barón Goldenstubbe, presidente de la comisión investigadora, acudió al panteón acompañado por varios miembros de la familia Buxhoeden. Habían transcurrido tres días desde el sepelio. Los sellos seguían intactos. Abrieron la puerta y aparecieron los ataúdes fuera de su sitio.

El barón ordenó colocarlos otra vez cada uno en su nicho, cerró personalmente la puerta y designó un guardia para vigilar la tumba día y noche. A continuación pidió al obispo y a dos médicos que lo acompañasen al día siguiente al mausoleo.

Abrieron la puerta. Esta vez seguían en su sitio tres ataúdes. Los demás estaban ya amontonados en el suelo. Los médicos abrieron unos ataúdes al azar, en busca de huella de vampirismo. Verificaron el estado de los cuerpos y comprobaron que estaba todo en perfectas condiciones. Incluso los difuntos conservaban las alhajas con las que fueron enterrados.

Unos obreros abrieron los muros en busca de pasajes secretos. Cerraron finalmente la puerta y quedaron apostados varios guardianes. Días más tarde declararían que no oyeron ni vieron nada sospechoso. El barón Glodenstubbe ordenó abrir de nuevo el mausoleo. Volvían a estar revueltos los ataúdes. En vista de que el asunto no parecía tener solución, y para evitar males mayores, el barón ordenó trasladar los féretros a otro lugar y demoler la tumba de los Buxhoeden.

Regresó la paz al panteón de Arensburgo. Pero nunca logró averiguarse, igual que sucedió en la isla Barbados, por qué a los ataúdes de plomo les gusta danzar y asustar a la gente inocente .

Friday, August 11, 2006

Casa sangrante en La Plata

LUGAR: CALLE 54 Nº 1310 de la ciudad de La Plata, provincia de Buenos Aires, Argentina.

FECHA: 15 DE NOVIEMBRE DE 1986.

Testigos: Don Luis Abraham Ferszko, era un conocido fotógrafo de la ciudad, de origen polaco, que llegó a Argentina, en busca de paz, trabajo y pan, era uno más, de los desplazados por la 2da. Guerra Mundial.

Cipriana Núñez, esposa, ama de casa, inmigrante uruguaya.

Blanca Luz Rodríguez, cuñada del dueño de casa, quehaceres domésticos.

Oscar Máximo Ferszko, estudiante, se reponía de una fractura de tobillo.

La mañana del 15 de noviembre del 86, don Luis salió de su casa, a comprar el matutino de la ciudad.

Su esposa Cipriana y su cuñada Blanca, como era habitual, aseaban el local de fotografía que estaba al frente, a las ocho y media de la mañana

Al abrir la puerta del local, Cipriana, noto algo raro.

Miró al piso embaldosado y notó, que pequeños chorros de sangre salían de en medio de las baldosas, formando charcos, cada charco era casi un rectángulo, lo extraño es que se secaba casi inmediatamente.

Este reguero empezaba desde la entrada al local, hasta una puerta lateral que daba a otra habitación, formando un semicírculo.

Las mujeres al notar esto, comenzaron a gritar, lo que llamó la atención de Oscar, quien se encontraba en la cama por su fractura en el tobillo, arrastrando el pie, llegó hasta el lugar, y recorrió el local, lo raro es que pese a pasar sobre la sangre no se mancho, fue ahí donde se dio cuenta de lo que pasaba y calmó a las mujeres. siguió el rastro de la sangre, la que de vez en cuando seguía apareciendo, en el interior del lugar, incluso la cuñada de Don Luís se llegó a manchar sus piernas, con ese liquido.

La casa es de construcción antigua, tipo chorizo, con un largo patio en uno de los laterales y en el fondo una planta de higos, se cuenta que, quien se acostara ceca de esa higuera podía sentir que alguien caminaba en su derredor, el sonido era similar al peso de la bota militar aplastando gramilla.

Los gritos llamaron la atención de vecinos, y se extrañaron por que esta gente era muy tranquila.

Oscar, llamó a los medios de difusión nacionales y a la policía, los cuales acudieron rápidamente, aunque no se le permitió a los curiosos que se acercaran, también acudió el párroco de una parroquia cercana y el juez de turno Penal Nelki Martínez.

Se hicieron todos los análisis necesarios, determinando que era sangre del grupo 0 RH +

No levantaron el piso porque la sangre salida de en medio de las baldosa.

Una vecina, pidió a un policía, que pasara un rosario, encima de la sangre para que viera, que cuando ella lo pasaba ésta se secaba casi inmediatamente, al quitarlo, salió sangre, otra vez.

En las noches anteriores los perros de los vecinos, muy atemorizadas, aullaron por las noches.

Llevaron a la casa a un perro ovejero alemán, adiestrado, el que no quería entrar, pero al hacerlo se volvió furioso, atacó y acorralo a algo o alguien que se hallaba en el lugar pero que nadie veía, esto ocurrió en el fondo de la vivienda junto a la higuera, a duras penas sacaron al perro de la casa, ante el temor que atacara a alguien, ya que apenas obedecía al dueño.

Estos hechos se repitieron por espacio de 5 días, por semanas apareció en los medios de difusión, y se hicieron presentes en el lugar todo tipo de personajes.

Al segundo día, aparecieron dos vehículos negros, de los cuales bajaron ocho personas, vestidas de negro, y entraron a la casa sin pedir permiso, vieron el lugar, hablaron entre ellos en voz baja y en italiano, subieron al vehículo y se fueron del lugar.

Una mujer, que venía con éstas personas, se acercó y dijo que estaban buscando eso, en alguna parte del mundo. nunca se supo de donde y hacia donde fueron.

En esa casa por años se vio la presencia de un ser alto rubio, que tenia puesto en su cabeza algo parecido a un casco romano, también se veía la presencia de un joven alto moreno, quien se aparecía en el fondo de la casa.

Hoy en día solo vive el joven Ferszko,

LO QUE PUBLICARON LOS PERIÓDICOS



Fuente: El Durmiente de Orizaba.